sábado, 25 de noviembre de 2023

Irina Karamanos, un gran error de este gobierno







El Presidente Gabriel Boric está soltero. Esa fue la gran noticia que el mismo mandatario difundió en redes sociales. ¿Por qué un presidente habla de su vida privada como un asunto de Estado? ¿Qué nos puede interesar lo que haga en su cama? Esas fueron preguntas que cínicamente algunos líderes de opinión nacional hacían con rostro circunspecto, como si cargaran sobre sus hombros el resguardo de la gobernabilidad y seriedad nacional.

Lo cierto es que más allá de las formas, la vida personal de un o una Presidente siempre llama la atención porque es parte del imaginario que alimenta la figura de la autoridad y, en cierta forma, el relato político del gobierno.

Boric trató de negar ese factor haciendo lo que no se debe hacer. Quiso quitarle importancia a la institución de la Primera Dama haciendo lo opuesto: convirtiendo su relación con Irina Karamanos en un proyecto político que pudiera justificar el porqué de su presencia en La Moneda. En vez de mantenerla al margen o presentarla como la pareja que lo acompañaría en esta misión, intentó, como siempre pasa con su generación, vestir su sometimiento a las reglas institucionales de una "gesta", un gobierno que sacaría la figura de la Primera Dama, transformando a Karamanos en la pareja presidencial más popular en la historia reciente de Chile. 

Cuando lo más sensato aconsejaba pasar por alto el ítem Primera Dama (que, a diferencia de lo que muchos "progresistas" creen, no es un tema fundamental en lo que respecta a los conflictos de género), lo puso en el centro de la primera parte de su administración. 

Aquello que les parecía vetusto, propio de sociedades patriarcales y machistas, se instaló como el gran tema de sus primeros meses de mandato. Hicieron ceremonias donde se trataba de afirmar y reafirmar que habían terminado con un rol que despreciaban, pero amaban silenciosamente. Y Karamanos se sirvió de lo que decía que no quería servirse (su estatus como pareja de un Presidente) para posicionarse como una figura imprescindible de la pauta informativa nacional.

En definitiva, todo esto fue un error de enormes dimensiones. Al querer decirse los reformadores de todo, lo cierto es que fortalecieron aquello que decían combatir. ¿La razón? Según creo se debe a la poca seriedad con la que se leyó la institucionalidad presidencial chilena y el concepto de la "pareja presidencial".

Fue un conflicto gratis y la demostración más clara de que sin política, sin oler el clima, el contexto y la tradición tras aquello que en ensayos académicos parece fácil, todo se vuelve en contra. Si no se ataca lo material, lo cierto es que lo simbólico seguirá siendo esto: un espectáculo momentáneo, pasajero, que se derrumba como se derrumbó la relación presidencial.



lunes, 20 de noviembre de 2023

Luis Hermosilla, el garante del sistema.

 



El audio en el que aparece el abogado Luis Hermosilla hablando de un delito de soborno con un cliente y una socia, ha sido tal vez la evidencia más grande de que todo aquel lenguaje que se supone en las grandes mesas del poder es efectivamente así, y que ese poder silencioso es más bien parlanchín, sin ningún cuidado por los tonos, las formas y todo aquello que parecía evidente que resguardaba.

Esto no es extraño, porque todo edificio se construye con un reverso que niega todo eso que dice construirlo. Es decir, toda la majestuosidad institucional en la que algunos, como Hermosilla, se refugiaron para crear su reputación, tenía cimientos frágiles.

Ahí, Hermosilla, el abogado de señores circunspectos que lloran la debilidad del Estado de Derecho o las dimensiones de la delincuencia callejera (es cuestión de escuchar al audio completo y notar cómo la socia del abogado se queja del estado en el que se encuentra el país), demuestra que la estabilidad por la que algunos rasgan vestiduras logra ser una estructura sólida gracias a todas estas chimuchinas y pequeños y grandes delitos. 

Al decir que "esta es la única forma en que se puede hacer" lo que necesitaba, reconoce que el soborno a funcionarios del Servicio de Impuestos Internos (SII) es parte lo que fortalece la subsistencia: arriesgar sin arriesgar nada. Jugar al límite de todo aquello que se dice respetar en público para no perder. Sobrevivir.

Este es el ejemplo más claro de lo que comúnmente se llama "secreto a voces". Tal vez algunos, sus conocidos, han tratado someramente esto por lo mismo. Porque a sus adentros saben que es parte de lo que, además de muchas otras cuestiones, mueve al mercado, lo que lo hace funcionar más "libremente".

A diferencia de lo que se cree, los modelos político económicos como el nacional se mueven en estas contradicciones. Todo lo que parece macizo en las formas, se desarrolla bajo la inestabilidad estable del poder salvarse lo antes posible.







domingo, 12 de noviembre de 2023

¿A favor? ¿En Contra? Yo anulo

 




Leyendo, releyendo y comparando los textos constitucionales en disputa, lo cierto es que no hay una diferencia esencial. Tal vez la única es que aquello que se dejaba a la interpretación del legislador, hoy es más claro, más profundo, más detallado. Un ejemplo son temas como la educación y las pensiones. En ambos ítems, todo lo que en la Constitución del 80 eran enunciados como "libertad de enseñanza" o "derecho a elegir", en este nuevo texto está profundizado y se enfatiza en la matriz ideológica que define toda la lógica institucional.

Hay que ser justos. A diferencia de la Constitución cuestionada, se habla de educación pública y Estado social de derecho, pero todo aquello no tiene mayor relevancia si el contenido mismo de los artículos conduce hacia un Estado débil, tímidamente regulador, que está al servicio de la excesiva "libertad" de ciertas instituciones privadas. Y que no tiene un espíritu societal macizo.

¿Por qué se prioriza la autonomía de los establecimientos por sobre la capacidad del Estado para regularlos? ¿Qué significa que el aparato público pueda regular según ciertos estándares salvo el principal estándar no medible llamado "libertad de enseñanza"? ¿Cómo se sabe que eso no atenta en contra de la prohibición de establecimientos educacionales de no profesar ideas políticas? (¿Se recuerda que la política no es patrimonio de la "política partidista"?) ¿No es acaso la profundización de lo mismo? ¿No existe algo intermedio entre la excesiva "libertad" de los padres de educar a sus hijos y cierta seguridad del Estado para que toda esa responsabilidad no recaiga sobre ellos?

Y en materia de pensiones, ¿no es acaso una profundización de una idea en particular de la seguridad social lo que afirma que los trabajadores son propietarios de sus pensiones? ¿Acaso eso no establece que, independientemente de las opciones públicas y privadas, haya una sola de garantizar esa "certeza" repleta de incertidumbres?

Por esto, ¿vale la pena hacer campaña por una u otra opción cuando, en el fondo, no hay un antagonismo real entre los dos textos? A estas alturas tengo serias dudas. Tal vez el gran motivo para mantener lo que está ya establecido es que el quorum es más bajo para hacer reformas. ¿Pero se podrán hacer esas reformas sin articulación política? Parece todo un gran laberinto que nos llevará siempre a donde mismo. Al mismo lugar ideológico. Al mismo terreno sin salida que hará que las explosiones sociales tengan el mismo tenor, con la misma búsqueda de certezas en cualquier lugar salvo en las instituciones.

Es cierto, las controversias sociales no son patrimonio de un modelo político y económico. No hay algo así como un terreno sin conflictos ni antagonismos. Aquello es una ilusión romanticona de los emocionados con algo sobre lo que teorizan pero no se atreven a probar. Sin embargo, sí se pueden mitigar algunas evidentes falencias. Intentarlo. Y pareciera que no se quiere.

Por lo tanto, algunos (realmente hablo en mi caso solamente, porque no sé de otros) creemos que lo mejor es anular. No entrar en el juego de validar ninguna de las dos constituciones. No caer en ese juego falso donde no se juega absolutamente nada. 

Y, además, como ya aprendimos en el proceso anterior, nada de lo que suceda según vaivenes epocales y electorales podrá solucionar un problema constitucional que, así como vamos, se resolverá de la manera menos esperada. Ni en el momento exacto ni en el menos indicado. En un limbo intermedio.

viernes, 10 de noviembre de 2023

Sergio Micco y la generación mimada de la Universidad de Chile




Esta semana el abogado y exdirector del Instituto Nacional de Derechos Humanos, Sergio Micco, fue increpado a las afueras de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile luego de participar de un encuentro académico. Los estudiantes de la facultad alegaban por el rol de Micco como jefe del INDH durante el estallido social, con consignas y gritos. Parecían dueños de la universidad pública por excelencia del país, mientras se arrogaban algo así como el derecho a sentirse los defensores de la Patria. 

Sin ser fanático de Micco ni de algunas de sus declaraciones respecto a lo que motivó el estallido social (la más curiosa, por decir lo menos, es cuando lo calificó como un "intento de golpe" de Estado, sin profundizar y olvidándose que todo, desde una una mirada, podría leerse como un "intento de algo"), creo que la manera en que enfrentó a estos jóvenes demasiado convencidos de sus consignas,  fue bastante inteligente y da para pensar sobre qué es lo público para una generación muy convencida de que sabe qué es lo que es.

En un momento dijo: "El día en que yo acepte irme de la Universidad de Chile porque no me dejan hablar, la que se jode es la Universidad de Chile". Y ahí yo creo que está la esencia de lo público, que es la confrontación de las controversias sin importar lo dolorosas que sean estas. 

¿Sabe de eso la nueva generación progresista de Chile? ¿Entiende la diferencia entre lo público y las redes sociales? ¿Comprende que aquello que molesta, que incomoda, hay que confrontarlo entendiendo su existencia y no tratando de negarla? Pareciera que no. Los nuevos estudiantes chilenos parecen demasiado imbuidos de una cierta épica ficticia, identitaria, sin ver más allá de todo lo que está afuera de sus preferencias y de su idea justicialista de la justicia.

Es cierto, hay una izquierda que siempre ha sido intolerante hacia todo aquello que ve como una amenaza moral más que ideológica; pero incluso la de los sesenta y setenta sabía que había una plaza pública (ya sea concreta o simbólica) en la cual terminarían tarde o temprano encontrándose con sus adversarios. Hoy, en cambio, esa sola idea les aterra a los hijos predilectos del neoliberalismo mental.  

Ver a ese otro que parece amenazante para su identidad los desespera. Y es tal vez porque crecieron mejor de lo que creen. Porque tuvieron padres demasiado preocupados de ellos. Bebieron de la matriz ideológica del régimen que dicen combatir, que consiste en que "los padres tienen la idea preferente de educar a sus hijos" y, sin saberlo, les gusta.





miércoles, 8 de noviembre de 2023

Sin Filtros: un La Red de derecha.





Para lograr audiencia hoy en día hay que agarrarse del murmullo, del ruido balbuceante y de lo que se repite en las redes sociales, en las conversaciones familiares o entre amigos. Lo que se repite hasta el cansancio, claro está, no es necesariamente verdad, pero sí causa efectos emocionales, sensación de abuso o de presión en quienes se creen cada cosa de lo que dice ese ruido.

En algún momento esto lo entendió La Red al tratar de convertirse en algo así como un recipiente en el que toda la indignación, la rabia o la impostura del 18 de octubre pudiera contenerse. Su línea editorial se empapó de ese clima carnavalesco nacional en el que todos querían cambiar todo sin necesariamente cambiar nada. Estaban vueltos locos, bañados de un aire emancipador que no buscaba emancipar nada, sino defender identidades, particularidades, sensibilidades que si no habían sido vulneradas, hacían como si lo hubieran sido para así no perderse la fiesta en curso.

La idea era tomar todo lo que estuviera en los márgenes del discurso transicional. Todo lo que cuestionara la simulada "amistad cívica consensuada" de las tres décadas posdictatoriales. Al extremo incluso de darle un espacio a Checho Hirane y televisar sus delirios de Radio Agricultura. 

Luego de haberse quedado pegado en eso y esperar que la sola idea de tener la razón los hiciera tener éxito, el canal terminó con problemas económicos graves por no tener una estrategia comercial más allá de la eterna espera de un "Chile justo", sin saber muy bien en qué consistía eso tampoco.

Con el paso del tiempo, como sucede en toda crisis de la intensidad de la que aún vivimos, los ánimos cambian y las prioridades y molestias fluctúan. Como sabemos y se ha repetido hasta el cansancio, las seguridades que busca la ciudadanía han ido mutando. Y, por lo mismo, el tono también.

¿Qué pasó entonces? Apareció un programa por internet y por cable que tomó la posta de La Red, pero con otra lógica, con la necesidad de convertirse en una especie de interprete de un nuevo malestar, que sería el de la inseguridad, el del enojo en contra del gobierno de Gabriel Boric y con lo que significó la Convención Constituyente. 

Si bien este programa tuvo una versión más calmada en medio de las elecciones de convencionales, hace un año y tanto, y como una clara campaña por el Rechazo del texto constitucional pasado, se convirtió en una delirante guerra de escupitajos entre gente muy molesta no sólo con el progresismo (aunque haya quienes digan defenderlo en un panel de "izquierda") sino también con ellos mismos, con sus vidas, con su rol en los medios tradicionales. Es cosa de ver al conductor y a algunos de sus panelistas, quienes parecen felices con su renacer televisivo.

Al igual que en el caso de La Red, quienes trabajan en Sin Filtros están convencidos de que tienen una misión. Creen fervientemente que cuestionan a lo establecido y que el poder los persigue por ser algo así como una bocanada de aire fresco en una prensa "censurada" según sus delirios. Tanto así que, de una manera muy inteligente, aprovecharon problemas de otra índole (al parecer con platas y auspiciadores) para alegar una supuesta censura de parte del gobierno en la que nunca profundizaron, sin dar detalles y siempre, de manera muy inteligente insisto, hablando someramente de lo que había sucedido.

¿El resultado? Pararon un par de semanas y volvieron fortalecidos, con más gente pendiente de su vuelta, con más seguidores y vestidos de superhéroes imaginarios en contra de un gobierno sin poder alguno. Brillante, ¿no? Aprendieron del fracaso de La Red porque, a diferencia de la directiva del canal durante los años "estallistas", tienen metas cortas, puntuales, sin grandes ilusiones. Van al objetivo, que en este caso parece ser que se apruebe el nuevo texto constitucional escrito casi enteramente por el Partido Republicano, cueste lo que cueste.










martes, 7 de noviembre de 2023

La Constitución anti familia de Beatriz Hevia

 

En la entrega del texto constitucional al Presidente Gabriel Boric, quien comandara a los consejeros constitucionales hasta el día de hoy, su presidenta, Beatriz Hevia, hizo un discurso lleno de certezas sobre sus ideas y sobre lo que, según ella cree, garantiza la Constitución que se plebiscita en diciembre.

Como nos tenía acostumbrados, Hevia nuevamente habló de la crisis de la familia y de la moral que, a su entender, vive Chile. Según señaló, este texto tendría en su centro al ciudadano, al que el Estado debe servir. También dijo, a propósito de un incendio de un campamento de inmigrantes en la comuna de Coronel, que "no se debe seguir haciendo lo mismo" en materia de política. 

Era extraño. Era como si todo lo que dijera fuera en contra del texto que ella legítimamente defiende. Como si cada una de las cuestiones que afirmaba se deshiciera entre las manos cuando uno lee un poco documento escrito en estos últimos meses.

Porque, ¿qué certeza tiene el ciudadano ante un Estado que lo que más hace, según lo escrito, es garantizar la misma lógica de pensiones en la cual no existe mayor resguardo social que depender de la manera en que funciona el mercado laboral? ¿Qué seguridad tiene un sistema educativo que reafirma la idea de que los padres tendrían casi una superioridad divina por sobre sus hijos, su futuro y su educación, sin importar que ésta sea impartida por establecimientos sin mayor regulación o requisitos para ser creados? ¿Fortalece esto a la familia que ella dice defender? ¿Hace posible esa "libertad" de la que tanto hablan? Son buenas preguntas. 

Si la cancha en la que se despliega la vida de las familias y del sujeto sigue teniendo cimientos frágiles como los que tiene hoy en día, lo cierto es que esa "libertad ciudadana" nunca será tal (aunque es claro que, filosóficamente hablando, la libertad es siempre relativa). 

Si no hay más seguridad que la propia subsistencia, lo concreto es que el trayecto vital del ciudadano seguirá siendo una linda suposición de Carlos Peña en sus columnas dominicales. Porque toda mínima coexistencia en sociedad requiere de una seguridad compartida institucionalmente. No hay ciudadano sin sociedad y no hay sociedad sin una construcción simbólica y material que pueda contenerla.

Todo lo escuchado de la boca de la joven abogada, deja en claro que se sentaron con una idea preconcebida a escribir el texto. Lo hicieron con muchas certezas sobre las últimas décadas de funcionamiento democrático del país y su tono-el de una grabadora que repite consignas que intentan no serlo- dice tanto como el contenido de sus palabras.

lunes, 6 de noviembre de 2023

La Constitución de la futura (actual) crisis

 

 


En diciembre nuevamente Chile enfrentará un plebiscito para ver si le gusta o no un texto constitucional escrito bajo parámetros electorales. En esta oportunidad, Republicanos, el grupo que ha ganado las últimas elecciones, ha tratado de construir una Constitución según lo que creen que debería regirnos (o seguir rigiéndonos) por mucho tiempo más. 

Se dice que ahora es lo definitivo, que "esta sí que sí". Claro, esto lo señalan quienes quieren aprobar y ven que lo que está contenido en el texto es una reafirmación de la manoseada "libertad" o porque sólo quieren que esto sea otra derrota para el gobierno, sin saber que ya está derrotado ideológicamente.

El gran problema es que seguiremos en crisis. El texto aprobado por el Consejo Constitucional no se detiene en ningún momento a mitigar aquello en lo que radica la principal tensión que ha desembocado en una explosión que-aunque algunos no quieran decirlo- aún nos tiene sin respuestas, buscando certezas donde creamos que las haya, y es la relación del ciudadano con todo aquello que debería darle seguridades: pensiones, salud y educación. 

Ahí no hay nada, sólo parece haber tras estos temas una reafirmación de quienes ganaron las elecciones de consejeros de que triunfaron ideológicamente, de que "saben lo que la gente quiere". Todo esto insistiendo en que la ya mencionada libertad depende de un sinfín de acciones que, aunque no se crea, no están del todo en nuestro control, como es la economía y la estabilidad laboral. 

Quienes quisieron contestar al engolosinamiento de la Convención pasada con la reafirmación de lo que ya está haciendo agua por todos lados, no saben el gran error que están cometiendo. Insistir en lo mismo, sin ninguna corrección aparte de ciertos buenos modales retóricos en lo que se refiere al supuesto Estado social de Derecho, es la evidencia misma de que se está tratando de resolver un problema social con una mirada basada en probabilidades inexactas, con una idealización torpe del supuesto "trayecto vital" que un sujeto capitalista debería seguir según suposiciones ideológicas no muy diferentes del relato creado en el proceso anterior. 

El gran problema de este texto, como de todo lo que hemos vivido desde el 2019, es ideológico. No es moral, como todo el progresismo liberal ha intentado decir para no ahondar en lo más catastrófico, que es que, así como está, esto no dará ninguna solución para ese ciudadano capitalista al que se supone que pone en el centro. Al contrario, éste seguirá igual de solo y, a lo mejor, más temprano que tarde, saldrá de nuevo a mostrar sus incertezas, de la manera que sea, bajo la expresión que sea. Y lo peor es que la alternativa tampoco es mucho mejor.

sábado, 4 de noviembre de 2023

Los medios nacionales no son héroes de la libertad de expresión

 

La polémica entre el Presidente de la República y los medios es de esas cosas que uno sabe que eran evitables. Ejercer el poder, más aún en un ambiente tan concentrado mediáticamente como el chileno, es un constante decir sin decir nada, y evitar agudizar aquellos conflictos que están a punto de explotar frente a nosotros.

Boric pareciera entenderlo a veces y otras no. Hay oportunidades en que comprende magistralmente que la República se construye de máscaras, de palabras de buena crianza que son las que mantienen la apreciada gobernabilidad. Otras, exagera mucho con eso o simplemente no soporta este baile enmascarado que se llama política.

Cuando exagera, hay oportunidades en que se pone la mano en el corazón cuando canta el himno patrio (de manera un poco vergonzosa) o celebra cada triunfo en eventos como los Panamericanos, como si fueran lo más importante de la vida, casi al extremo de parecer hincha antes que Presidente. Cuando no soporta el mencionado baile enmascarado, que es lo que nos convoca en esta ocasión, contesta a la prensa sin medir las consecuencias de lo que sucederá.

¿Cuáles son las consecuencias? Principalmente que la prensa usará todo lo que está a su alcance para responder de manera indirectamente directa. Porque inteligentemente los editores y directores de medios no se enfrascan en una pelea personal; no asumen que el mandatario justa o injustamente está revelando aquel secreto a voces, que es que diarios y ciertos canales tienen una manera de ver la política que, por lo general, se opone a los gobiernos que dicen levantar banderas progresistas o de izquierda. Por el contrario, hacen algo más bien holístico, poniéndose al interior de algo más grande, que sería la "libertad de expresión".

Según esa lógica, la torpeza de Boric ya no sería simplemente un impulso descontrolado y una pésima estrategia, sino algo que atentaría en contra de la democracia. Y eso lo convertiría ya no en un arranque infantil, sino en algo peligroso para el ejercicio democrático. 

A diferencia de lo que se cree, esto no sucede porque los medios tengan planes siniestros, sino porque tienen ideas políticas, prejuicios y juicios sobre el otro y sobre sí mismos. La mezcla entre empresarios dueños de medios, con ideas políticas claras y con ganas de influir en el debate (¿qué medio no quiere hacerlo?), y periodistas frustrados que, cada vez que pueden, tratan de convencerse de que son más que simples empleaditos mal pagados y "contribuyen a la democracia" casi de manera heroica, es bastante nutritiva para crear consciente o inconscientemente un relato justiciero. 

Lo que aconsejaría el sensato ejercicio del poder es no alimentar desde el Estado-menos si eres jefe de este- ese relato contra tu persona y menos contra lo que representas.




No se debió elegir popularmente a los redactores de una Constitución

 

El proceso constitucional está llegando a su fin sin que pareciera haber una opción para otro. A diferencia de lo que muchos creían, no pasó lo contrario a lo que sucedió en el anterior. Si bien las vestimentas son más grises, con menos colores, y los discursos de los consejeros transmiten menos consigna reivindicatoria, lo cierto es que este nuevo espacio constituyente estuvo también repleto de caprichos identitarios, de relecturas de la sociedad chilena y de lo que algunos les gustaría que fuera.

Como los dueños del proceso pasado creyeron que ellos y nuestra sociedad eran menos capitalistas de lo que eran, los propietarios de éste están seguros de que el chileno es igual de conservador que un grupo determinado. Sin embargo, aunque este sujeto no es liberal a cabalidad, sí cree bastante más en la libertad “valórica” individual de lo que muchos quisieron suponer cuando se rechazó el texto anterior. 

Pero no es una libertad militante ni emancipadora, como de la que muchos se enamoraron en lo que podríamos llamar la “izquierda neoliberalizada”, ni mucho menos una que defienda las premisas de las sociedades liberales occidentales, sino una que va a la par con la manera en que el mercado y sus lógicas ha ido influyendo en sus vidas, en sus decisiones particulares y en la relación con el otro.

Los republicanos creyeron que, al leer al ciudadano material que compra y que cree que las pensiones son lo mismo que una propiedad heredable, habían leído todos los aspectos de quien creció en lo que algunos llaman “modernización capitalista”. Estaban convencidos de que al identificar algunos aspectos de su vida cotidiana, habían identificado a un individuo en su totalidad, sin tomar en cuenta a las nuevas familias, esas que se habían atomizado o las que simplemente habían decidido consciente o inconscientemente funcionar de otras formas a lo establecido por las religiones o la estructura hacendal que aún vive en ciertos grupos de poder del país.

Por esta razón es que, independientemente de si se aprueba o no la nueva Constitución, seguimos con una universalidad extraviada; no se ha tenido la inteligencia política para poder construir algo que establezca no sólo certezas, sino un relato bajo el cual realizar la vida cotidiana y así olvidarnos de aquello que todos quieren olvidar pero nadie puede.

Como hemos visto, esto no es así. Nos equivocamos quienes creímos que un tema de esta envergadura se manejaba según los vaivenes epocales y los cambios de ánimo de la sociedad de consumo que permea todos nuestras áreas de la vida, incluso aquellas que queremos creer que no queremos que estén bajo su imperio.


Daniel Jadue y la fascinación por sentirse víctima

  Conocida la prisión preventiva ordenada al alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, por el llamado “caso farmacias”, muchas teorías al respecto ...